Eficiencia energética y sostenibilidad con el sistema constructivo pre-industrializado de hormigón

El progreso es una máquina del tiempo de una sola dirección que, en la actualidad, ha iniciado un proceso de aceleración sin precedentes alimentado por un principio absoluto: la sostenibilidad.

Si una empresa aspira no solo mantenerse en el mercado sino a seguir adelante y consolidar su liderazgo, la sostenibilidad ha de convertirse en una de sus señas de identidad, bueno, salvo que no haga falta porque ya sea parte de su ADN, claro.

Eso es lo que ocurre en el sector de la construcción y la arquitectura con el sistema constructivo industrializado, trae la sostenibilidad de fábrica, es una de sus razones de ser y el valor que, sin solución de continuidad por que no le hace falta, lo catapulta hacia adelante en el sector. Porque en el ámbito de la construcción es preciso trabajar con proyectos que prioricen la sostenibilidad y esto es así porque está en el aire la reivindicación de un futuro sostenible, porque, en cada acción, los clientes exigen sostenibilidad y los arquitectos, recogiendo esa tendencia y sumándole su propio criterio, diseñan proyectos sostenibles.

El sistema constructivo industrializado ofrece, de base y por inercia, las soluciones que todos ellos precisan porque se trata de un sistema constructivo intrínsecamente sostenible. Es su tendencia natural o como le diría el escorpión a la rana al cruzar el estanque: “no puedo evitarlo es mi naturaleza.”

Esa máquina del tiempo llamada progreso ha impulsado el sector de la construcción y el diseño para que estén a la altura del mundo sostenible que todos quieren habitar. Una máquina que acelera su ritmo hacia un futuro más sostenible por necesidad y convencimiento, sí, pero también porque la calidad y la estética corren parejas, a su lado, gracias a soluciones como el sistema constructivo industrializado que ofrece a arquitectos, constructores y fabricantes la posibilidad de subirse a esa máquina de progreso y pilotarla en el sector de la construcción.

Nunca antes se habían reunido tantas cualidades en torno a un mismo modo constructivo. Nunca, como ahora, se ha dispuesto de materiales, procedimientos y resultados tan sobresalientes en cuanto a sostenibilidad; eficiencia energética; estética; economía de tiempo; inversión económica; confortabilidad; perdurabilidad y personalización.

Se trata de un hecho y es inapelable, actualmente no existe atisbo alguno de un sistema constructivo superior en ventajas al sistema constructivo industrializado. No hay rival.

El sistema constructivo pre-industrializado de hormigón ha conquistado y sigue conquistando un territorio que, por derecho, le pertenece. Tras los tímidos, pero firmes, pasos iniciados en el último tercio del siglo pasado, este sistema ha conquistado el espacio constructivo por méritos tan propios e intransferibles como perdurables.

Posiblemente, a la cabeza de esos atributos que definen el sistema constructivo industrializado, se encuentran dos cualidades que se complementan como aliadas: la eficiencia energética y la sostenibilidad.

Se trata de dos características que se retroalimentan de forma natural, una es consecuencia de la otra y viceversa. Cuanto mayor sea la sostenibilidad mejor será la eficiencia energética que al ser mejor, contribuirá a la sostenibilidad por pura inercia. No es por casualidad que las viviendas construidas con pre-industrializados de hormigón obtengan la mayor clasificación energética.

Una construcción industrializada ofrece estabilidad térmica durante todo el año porque su masa térmica atempera y equilibra la variaciones de temperatura en el exterior. La estabilidad generada tiene como consecuencia directa un consumo de energía de baja tendencia, sobre todo si factores, quizá menos relevantes pero igualmente implicados, como la orientación o la ventilación juegan a favor, claro.

¿Y qué ocurre si el sistema constructivo industrializado favorece un bajo consumo de energía? Exacto, la construcción es mucho más sostenible, no ya porque el modo constructivo utilizado tenga un índice de residuos cero, gracias a la construcción en fábrica de los módulos con medidas perfectamente definidas, que también, sino porque menor consumo energético significa mayor ahorro energético y, en función de la energía utilizada, menos emisiones a la atmósfera.

El sistema constructivo pre-industrializado de hormigón es sostenible porque es eficiente energéticamente desde el momento mismo de su concepción e inicio de la fabricación de los elementos constructivos; durante la realización del diseño; en el proceso de construcción propiamente dicho y, por supuesto, a lo largo de su vida activa que es mucho más larga que la del modelo constructivo tradicional precisando un mantenimiento prácticamente nulo.

Eficiencia energética y sostenibilidad forman un binomio indisociable en el modelo de sistema constructivo industrializado, es así porque no puede ser de otra manera, insistimos, está en su naturaleza.

Aprovechar esta doble ventaja es apostar por el modelo de construcción de un futuro que ya está entre nosotros, un futuro sostenible que en arquitectura impulsa y estimula la construcción de viviendas tan eficientes y sostenibles que permiten un crecimiento estable, responsable y personalizado, en el sector de la construcción.

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